domingo, 1 de noviembre de 2015

OLVIDAR

Declinaba la tarde de noviembre cuando sintió la ausencia. Empezó por buscarle en el salón y en la cocina, donde siempre se refugiaban para compartir miradas sin palabras, llenas de complicidad. Pero, allí no estaba. Estaría entonces en la terraza, que era donde sus manos se buscaban con simulada inocencia. Pero no, no estaba allí. Entonces, tenía que estar en aquella habitación...Allí, siempre, sin excepción lo había encontrado otras veces...Pero, esta vez, no.
Salió a la calle. Corrió a la esquina. Nada.
Regresó a la habitación. Abrió el arca y los armarios. Buscó en los bolsillos de aquel vestido verde. Y en aquel perfume de especias y madera. Y en aquella canción: "no despiertes, no despiertes".
Se desnudó. Su cuerpo era el único sitio en el que aún no había buscado. Apartó todos los nombres y meticulosamente separó una por una, las huellas que otros dejaron. Se sentó entre los besos y los repasó uno a uno. Se echó a llorar. Se adivinaba ya el alba, cuando en la misma terraza de aquella mañana lejana, se atrevió a admitirlo: ya no se acordaba de él...
                                                                                                         Belén Cano Padilla