sábado, 24 de junio de 2023

                                                                            AMIN


Aunque resulte difícil de creer, hubo un tiempo en el que los corazones estaban habitados.

Esta es la historia de un hombre, que vivía en el corazón de una mujer.

Su diario era cíclico y rutinario. Amin, que así se llamaba el hombre, coleccionaba los sonidos que le llegaban a través del alma de ella. Los guardaba cuidadosamente en frascos que ordenaba con ternura. Así, había un frasco  con el sonido del mar, otro con el del viento. La lluvia, el otoño, la tristeza, la alegría, el día, la noche…Todo tenía su sonido…

Amin se alimentaba de los poemas que Badra escribía y que leía en voz alta a la luz de la luna: “ LLegarás, hombre, a mí, porque llevo esperándote la vida entera/ Llegarás y me verás cuando me mires/ Querrás abrir todas las ventanas para gritar mi nombre(...)”

El hombre, también ocupaba su tiempo arreglando las paredes del corazón. Pero nunca lograba terminar esa tarea, ya que cuando lograba reconstruir una pared, otra comenzaba a agrietarse.


En una esquina del corazón, había un pequeño hueco, como una especie de ventanuco ciego. Estaba en un lugar de difícil acceso. Sobre el alféizar de esa ventana ficticia, descansaba un candil que permanecía encendido día y noche. Amin no sabía quién había podido encenderlo, ni cuánto llevaba ahí porque ya estaba cuando él llegó.


Cuando Amin percibía el sonido de la tristeza que destilaba el alma de Badra, la luz del candil se desvanecía tanto, que parecía a punto de extinguirse y en ese momento, las paredes se agrietaban. Entonces, el hombre sentía la necesidad de ovillarse cerca del pequeño candil.

En cambio, cuando hasta él llegaba el sonido de la alegría, la luz se volvía intensa, como un pequeño sol. Y Amín solo quería reír con su mirada.

De esta forma, con el paso de los días, Amín observaba y aprendía a conocer a la mujer que era su hogar. De esta manera supo que esperaba junto al mar. Esperaba a alguien que nunca llegaba…Supo que en ocasiones era alegría y demasiadas veces, era tristeza.

Badra escribía mucho. Escribía tanto que Amín nunca sintió hambre. Y  deseó verla y tocarla, pero no sabía cómo podía salir del corazón para mirarla a los ojos.


Una noche, el sonido de una fuerte tempestad llegó hasta lo más profundo de él. Con tal violencia, que en las paredes se abrieron inmensas grietas. El corazón comenzó a desmoronarse. Un océano oscuro lo anegó todo. Los poemas se deshilacharon, los frascos cayeron, mezclados todos los sonidos en un estruendo ensordecedor. El candil se apagó definitivamente. El hombre fue arrastrado por las aguas. Pensó, antes de perder la consciencia, que ese debía ser el sonido de la muerte.


Al otro lado de la piel, Badra creía romperse por dentro. Jamás sintió en el alma un dolor tan agudo. Lloró mares hasta perder el sentido…


Ambos despertaron cuando la luna creciente se dibujaba al final del mar. Se miraron en silencio por mucho tiempo. Entonces, ella le preguntó:

_¿De dónde vienes?

Amin, al ver el pecho agrietado de la mujer, dijo: _ vengo de ti. He estado viviendo desde hace mucho en tu corazón. No sé quién soy.

Entonces, Badra, tomó la mano de Amin y le dijo: _ Te he buscado en tantos lugares, te he esperado tanto…Estabas tan dentro de mí, que no podía verte. Tú eres mi verdad.Tú eres mi ley…

Durmieron abrazados en un lecho de arena. Al alba, comenzaron a construir con la verdad, un corazón nuevo. Uno para los dos.


Belén Cano Padilla





martes, 20 de junio de 2023

                                                                         El MUÑECO


Se presentaba la ocasión idónea, ya que Salva y Cristina fueron invitados por parte del padre y las dos Cármenes, por parte de la madre de Alfredito, el niño que el sábado 30 de junio, haría la comunión en Alcornocalejo del Campo.


A mi padre y a mí, nos costó un jamón de pata negra convencer al jefe del catering para que nos dejara infiltrarnos como camareros.


Desde hacía ya tres años, se había producido un número muy elevado de suicidios en el pueblo. Todas las víctimas tenían en común, por un lado,  el haber acudido a una comunión justo un mes antes de la fecha de la muerte. Y por otro, la forma elegida para decir adiós a este mundo: todos se lanzaban a la misma piscina vacía.


Los del “club del bolígrafo", estábamos convencidos de que no se trataba de suicidios. No entendíamos que las autoridades no hicieran nada. Por eso estábamos todos allí, para encontrar algún indicio que avalase nuestra hipótesis.


La comunión se desarrolló con normalidad hasta que llegó el momento de la entrega de  regalos. La expresión del rostro de Alfredito al abrir el presente que una de las Cármenes le llevaba, nos erizó la piel. Se trataba de un muñeco vestido de comunión que nuestra compañera había adquirido en una tienda de antigüedades, al pensar que se parecía al propio niño. Toda la alegría de Alfredo se evaporó de golpe. Y fue sustituída por una mirada de odio que clavó en los ojos de Carmen, que solo atinó a decir: “Podemos cambiarlo por otra cosa si no te gusta”. Pero el niño, ya no la escuchó. Dio media vuelta y nos llamó la atención el mimo con el que depositó al muñeco en una silla después de abrazarlo. A partir de ahí, durante el resto de la celebración, trató al muñeco como si fuese su mejor amigo. Incluso parecía que hablaban…


 Los del club estuvimos de acuerdo en que allí había gato encerrado. Fue Salvador el que propuso que fuéramos al día siguiente a la tienda de antigüedades a investigar. Tras varias charlas con el dependiente y algunas comprobaciones, supimos que todos los que habían terminado en el fondo de la piscina vacía, habían comprado muñecos parecidos allí.


La policía no nos tomó en serio. _¿Un muñeco diabólico, decís?. Pero ¿cuántas veces habéis visto la película de Anabelle?_ Y prácticamente nos echaron de la comisaría…


Desde ese día, nos turnamos para proteger a Carmen Zamora. Cristina y Salva hacen turnos de guardia en la piscina vacía. Carmen Martín la acompaña por las noches. Mi padre y yo vigilamos los alrededor de la casa.


Esta noche se cumple un mes de la comunión de Alfredito. En septiembre, cuando llegue el momento de retomar el taller, sabremos si nuestra protección fue suficiente…



                                                                  Belén Cano Padilla





jueves, 15 de junio de 2023

 EL VUELO DE LA GOLONDRINA (microrrelato)


- Es mi prima, cariño, _dijo él_.

 En ese instante, todas las golondrinas detuvieron su vuelo y comenzaron a caer.

   El olor a rosas blancas que hasta ese instante ocupaba su cielo, fue sustituido por un intenso olor a gasolina.

   La bruja supo, en ese instante, que todo era mentira una vez más...