viernes, 29 de enero de 2021

¡¡ GRACIAS, MARGARITA HANS PALMERO, POR ESTE REGALO TAN MARAVILLOSO!!


Le hicieron sentir que era débil. La hicieron dudar sobre su belleza, su fuerza, su poder como mujer. Pusieron infinidad de piedras en su camino y lo regaron con tormentas. Escondieron su cobijo. Plantaron una montaña en su valle. Y le hicieron sentir que no era mucho más que una flor silvestre que perecería bajo la primera helada.
Y aún así, ella continuó con su avance, regalando sonrisas y envolviendo promesas en papel de esperanza.
Llegó entonces la escarcha de desengaños y ante ella, dispuestos a la batalla, se alinearon los guerreros de la soledad y el agotamiento.
Al fin y al cabo, ella no era más que una flor silvestre que perecería bajo la primera helada.
Y así era.
Era una flor silvestre. Pero no cualquier flor. Era una flor de fuego con túnica de pasión. De su pecho brotó la fuerza, de jirones heridos brotó la luz. Su cabello tornó cual el bosque salvaje de otoño, incendiado de pasión y poder.
Derritió los obstáculos y se elevó como la flor de fuego que brota en el corazón de las salamandras, las hadas de fuego.
Derritió la helada y se levantó poderosa.
¿Eres un hada? ¿Una bruja? ¿Un espíritu?
Soy algo más que todo eso. Soy las tres y ninguna. Soy mujer.



 

    Las palabras sueñan con volverse eternas en las páginas de los libros, para que a los sentimientos que guardan, no se los lleve ningún viento.
Gracias, amigo José Ruiz Jiménez, por cumplir el sueño de las palabras y de aquel niño.
Comparto con vosotr@s este libro, cuya historia, aún desconocida para mí, ya forma parte de mi propia historia.




domingo, 10 de enero de 2021

PARA LOS QUE AMAMOS LAS PALABRAS Y VEMOS EN ELLAS, UNA DE LAS FORMAS MÁS BELLAS DE ACARICIAR EN LA DISTANCIA.

 "(...) Te necesitan más que nunca. Más de lo que te ha necesitado nunca ningún ser humano. Saca lo mejor de ti mismo y haza lo que dicte el corazón. Puede que a algunos solo les queden unos pocos días de vida. Son días de oro, porque detrás de ellos ya no hay muchos amaneceres. Intenta que los vivan como un regalo. Yo no sabría cómo hacerlo, pero tu mirada de amigo, tu afecto y solidaridad me han ayudado a abrir mi corazón y a sacar lo que siento que debo de hacer desde lo más profundo de mi alma. Por eso he podido plasmarlo em forma de palabras para transformarlo en acciones llenas de vida.

        _! No sabes cuánto agradezco lo que me acabas de decir! Y cuánto necesitaba escuchar semejantes consejos de tu boca. Me parece un milagro que hayas podido encontrar las palabras justas cuando ya no quedan palabras. Por eso me duelen tanto los pésames a los familiares de alguien que acaba de morir. ¡No tengo palabras! ¡No hay palabras! Tú has demostrado que sí las hay cuando tu interlocutor las necesita, cuando detrás o delante de ellas hay afecto y sinceridad, hay acciones que dicen mucho más que las palabras. Pero las palabras hay que buscarlas en el fondo del corazón, allí donde nacen la ternura, la compasión y el amor. Y tú lo tienes en abundancia, lo compartes y lo has hecho desde que te conozco y por eso has sido siempre tan feliz:"

                                                                                        EL CORAZÓN CON QUE VIVO

                                                                                        José María Pérez



sábado, 9 de enero de 2021

SIETE DE BASTOS

         Sonó el despertador a la hora acostumbrada. A tientas busqué la pastilla en la mesita de noche y medio dormida, me la tomé, con un trago de agua. Me di la vuelta y me abandoné al sueño del que aún no había salido del todo, por quince minutos más.

        Cuando volvió a sonar el despertador, me incorporé con los ojos cerrados aún y al buscar mi pie la zapatilla, lo que encontró fue una sensación extraña, como si hubiese pisado hierba. Al encender la luz, descubrí, atónita, que mi cama descansaba en mitad de un bosque. Me pellizqué la cara y las piernas. No estaba soñando. Mi casa, no existía. Solo mi cama, iluminada por las esferas del color de las ciruelas, se posaba sobre un manto de musgos y helechos. Alrededor, árboles de hojas ocres, vestidos de un otoño aún no concluido, como el gran árbol de mi bosque particular.

        Una fuerza invisible me llamaba. Caminé descalza sobre el musgo, invadida por una serenidad que no recordaba haber sentido jamás.

           Mi pelo, había crecido hasta la cintura y se había vuelto más oscuro. Y una túnica de azul intenso, cubría mi cuerpo hasta los pies.

            Anduve guiada por esa intuición, hasta que mis pasos se detuvieron ante un símbolo celta tallado en un gran arce.


              


         Era un trisquel, representativo del cuerpo, la mente y el espíritu. Lo acaricié con la yema de mis dedos y justo en ese instante, un hombre joven, atlético, hermoso, surgió de entre los árboles y con una sonrisa pura, me tendió una rama de espino florecida.

        Se acercó a mi oído y con voz grave, pero llena de confianza y ternura, me susurró: "ten paciencia. Todo está ahora en el lugar en el que debe estar. Camina sin miedo. No se equivoca, el que con amor actúa. Superarás cada obstáculo y encontrarás lo que tu corazón ansía".

    Dicho esto, sentí un ligero mareo y me desvanecí.

    Cuando recuperé la consciencia, todo era como siempre: mi cama estaba en mi habitación. Miré el reloj. Aún eran las cinco y media de la mañana. Me sorprendía haber tenido un sueño tan real. Me levanté ya desvelada. Fui al baño y después, bajé a la cocina. Junto a la taza  que había dejado preparada la noche anterior, descansaba una carta del tarot de las brujas. Era el siete de bastos. En ella, un joven atlético y hermoso, como el de mi sueño, sostenía una vara de espino florecido. Corrí a coger el libro para conocer su significado y esto era lo que decía:

"Esta carta aparecerá para asegurarte que superarás los obstáculos y te elevarás por encima de ellos con elegancia, ingenio y humor"

                                                                                            Belén Cano Padilla