domingo, 23 de abril de 2023

 

ALGO

Somos brevedad alargada por un instante, como sombra de ciprés, gracias a la memoria de aquellos con los que nos compartimos.

De esa brevedad, es mi deseo que algo quede: una semilla que germina, un fruto madurado al sol, lluvia mansa sobre trigales, una huella, un camino...Algo.
En mi memoria, junto a tu nombre, guardaré el último abrazo ,hasta que nos volvamos a encontrar.



viernes, 21 de abril de 2023

  O GAITEIRO


        Podría estar en cualquier lugar, pero está aquí, a dos casas de la mía. Cuando llegué a esta esquina del pueblo, él ya estaba ahí, poniendo banda sonora a la calle.

Tardé tiempo en aprenderme su nombre. Para mí era “El chico de la gaita”. Más allá de los saludos de cortesía propios de vecinos que comparten acera, ninguna charla nos enfrentó la mirada hasta hace unos meses, cuando una conversación motivada por la licencia que nos concede la pérdida, en este caso, la muerte de su madre, me permitió verlo desde un lugar distinto, más cercano. Y pensé en la cantidad de mundos que nos perdemos por ir tan deprisa. Por mirar sin ver.

Desde ese día, he querido asomarme a esa persona, intuyendo un mundo interior inmenso. Los azares de la vida, me han presentado la oportunidad de conocerle un poco…


Cuando lo miras desde lejos, poniendo atención a los retales que los días ponen a tu alcance, imaginas a un ser que derrama amor en sus actos cotidianos. Así lo sentí cada vez que pude verlo recoger jazmines para su madre.

A  la vez, por su atuendo, su andar, la música siempre pegada a él…puedes imaginar también a un ser independiente. Me gusta saber que las palabras que él mismo ha elegido para definirse, acudiendo a dos lugares distintos de su biografía, son: libertad y emocional. Y es que tal vez nada nos encadene tanto como negarnos a amar y en consecuencia, nada nos haga más libres que sentir…


Las respuestas que ha atado a las preguntas que le he hecho, me liberan de tener que seguir imaginando y me conceden la oportunidad de dibujar un bosquejo de su manera  de estar en el mundo…Así, si pudiera tornarse animal, sería lobo: majestuoso, libre y parte a la vez del grupo.

Independiente, pero no individualista, con un profundo sentido de la justicia, le conmueve el sufrimiento ajeno hasta el punto de perder la paz o actuar de modo inadecuado ante lo injusto.

De pequeño anheló los poderes de Supermán para combatir el mal. Ahora cultiva un superpoder más humano: ayudar escuchando, acariciar con palabras de consuelo.


Para descansar del mundo y encontrarse con su yo más desnudo, se deja abrazar por la música. Enraizado a ella, la música es tan él como su sangre o sus huesos. Refugio y manantial donde todas sus emociones se encuentran…


Este hombre de apellido impronunciable, me enseña que hasta el infierno puede tener un lado amable, compartiendo conmigo el verdadero significado de un amuleto que abrazado a su cuello, le acompaña desde hace veinticinco años: un Lauburu, una cruz de brazos curvos, que representa al sol y que recuerda demasiado a algo a lo que ni siquiera voy a nombrar en este escrito.


Desencantado con las opciones que ofrecen las distintas religiones, responde “quiero ser yo mismo y con la gente que quiero por la eternidad”, cuando le pregunto si cree en otras vidas.

Quiere creer que volverá a encontrarse con su gente necesaria en la constelación de Orión, porque su padre se lo contó cuando tenía siete años. No le he dicho que desde niña pienso que allí, en el cinturón de Orión se conceden sueños y es en ese lugar donde busco a los que se me adelantaron en el camino. 


Acariciada por una de sus cientos de canciones preferidas: Moon River de Henry Mancini, siento su sensibilidad en las palabras de su última respuesta: “Me gustaría marcharme tranquilo y en paz. Con una sonrisa en los labios. Tumbado en una hamaca junto al mar, mientras también veo morir al sol en su ocaso”

                                                            JFA🔅BCP





jueves, 20 de abril de 2023

 EL ESCONDITE DE HISTORIAS




Antes de compartir mesa con aquel extraño, le pedí permiso:


_¿Te importa que me siente aquí?


Su sonrisa me concedió la hospitalidad que yo necesitaba para ocupar ese espacio.

Fuimos durante unos minutos, dos soledades al alcance de la caricia, que no volvieron a intercambiar ni una sola mirada. Siempre me llaman la atención esas cosas y me pregunto si no me habré cruzado ya con ese amor que quiero y no me he dado cuenta.


Me senté junto a un extraño y fui consciente en ese instante de que, por otro extraño, me encontraba allí esa noche: un extraño conocido. Un viejo desconocido. Un deseo añejo que rescataba de ese lugar recóndito de nosotros, donde vamos almacenando los sueños no cumplidos…


Acaricié con los ojos la estancia, mientras tu música me acariciaba a mí. Reparé en las personas que se amontonaban desordenadas en el local. Me detuve en el nombre de la calle  que se colaba a través de la cristalera: Amparo. Y nada me pareció casual. Recordé esa cita que me gusta tanto: “Caminamos hacia lugares, situaciones y personas que nos esperan desde siempre”. Y sentí que ese lugar me estaba esperando.


Una chica esbozó rostros en un cuaderno y comencé a descubrir poesía e historias escondidas en todos los rincones. Pero no tenía allí mi libreta.


Pude verme a mí misma desde fuera, como espectadora de una película. Te miré desde esa mesa llena de soledades acompañadas, abrazada a una copa de vino y me sentí acariciada por un trozo de vida que el tiempo me había guardado porque no lo viví años antes, cuando pasó por mi lado.

Hay cosas que no nos tienen que pasar. Da igual que construyamos veredas y puentes. Da igual que sembremos con amor los campos o que ofrezcamos agua en vasijas de barro.

Hay cosas que nos tienen que pasar. Da igual que nos hagamos los desentendidos, que huyamos en sentido opuesto o que nos escondamos en cualquier lugar sin candiles, ni luna.


Hay ojos que regresan sólo para que nos miremos en ellos con calma…


No sé lo que se hace después de haber compartido la piel. Sólo sé lo que ha acontecido hasta hoy:


Sé que abriendo ventanas en mi pecho, descubro la vida que habita más allá de mis fronteras.

Creo que un pájaro enjaulado solo puede sobrevivir por dos razones: porque olvida que tiene alas. O porque no olvida que existe un cielo. 


Sé que elijo caminar con el corazón de par en par, para que puedan entrar las personas que me acarician el alma. No todo el mundo viene a hacernos daño.


Sé que no hay que detenerse demasiado ante una puerta entreabierta: no sabemos si nos están invitando a entrar o a salir. Y en esa duda, perdemos la capacidad de ver la vida que sucede a nuestra espalda.


Sé que quiero escribir esta historia porque me gusta creer que a través de la fotografía y la escritura, le robo instantes al tiempo y los guardo para mí, para poder regresar mil veces a ellos cuando no haya otra luz en el camino.


No sé lo que se hace después de haber compartido la piel. Pero sí sé que cuando te recuerdo, sonrío. Y eso, en mitad de este mapa de cicatrices que somos, es algo muy parecido a la belleza…



Belén Cano Padilla














 FUERA DE MÍ


Ejercicio propuesto: breve relato en el que aparezca una mascota inusual atada a una cuerda y el porche de una iglesia.


    Lleva mucho tiempo acompañándome allá donde voy, aunque durante años, ni siquiera lo veía.

Yo solo notaba que mi andar era muy torpe, como si llevara piedras atadas a los tobillos.

    Pero un día lo vi de repente. Era muy grande y muy negro. Tan grande y tan negro, que no podía

 entender cómo no lo había visto antes...

    Hoy lo he sacado por primera vez a pasear, atado a esta soga que se ve que no le gusta. Pero, ¡qué

 se aguante! Tampoco a mí me gustaba el cordón corto con el que él me sacaba a mí, que me

 obligaba a llevar la cabeza agachada...

    ¡A esta columna lo dejo atado! ¡Aquí te dejo, fuera de mí! 

    Sé que cuando termine la misa y salga del templo, mi miedo será más pequeño...

                                                                                                                BCP




viernes, 14 de abril de 2023

 HASTÍO


Todos llegan a mis labios a calmar su sed. Todos varan sus manos en mis playas. Todos son distintos en su geografía, en su historias de vida, en sus heridas, en sus ocupaciones, en sus lenguas, costumbres y saberes. Pero todos, rotundamente todos, me dicen una misma palabra: FLUYE.

A mí, que siempre tuve tanto miedo del agua. A mí, que todavía no he aprendido a nadar. Y sin embargo, obediente, siempre les he hecho caso: he fluido. Tanto, tanto, que ya conozco todos los mares de la Tierra...

Ahora, estoy cansada. No soy pez, soy ave. No soy ola, soy faro. No soy hoja flotando a la deriva, soy semilla...Y estoy cansada de dejarme arrastrar por corrientes que solo me han llevado a corazones en barbecho. Llego a deshora a todos los corazones. Llego a tiempo a todas las heridas...Mi cuerpo derrama sangre de corazones que ya no laten.

Estoy cansada de fluir. Estoy cansada de esperar. Pesan mucho todas las primaveras que llevo dentro. En mis alas habitan mil amapolas que no encuentran salida.

Soy semilla. El bosque que me habita reivindica un corazón fértil donde poder ser...

Ya conozco todos los mares de la Tierra. Ahora quiero echar raíces en tu pecho...

                                                                    BCP