martes, 20 de junio de 2023

                                                                         El MUÑECO


Se presentaba la ocasión idónea, ya que Salva y Cristina fueron invitados por parte del padre y las dos Cármenes, por parte de la madre de Alfredito, el niño que el sábado 30 de junio, haría la comunión en Alcornocalejo del Campo.


A mi padre y a mí, nos costó un jamón de pata negra convencer al jefe del catering para que nos dejara infiltrarnos como camareros.


Desde hacía ya tres años, se había producido un número muy elevado de suicidios en el pueblo. Todas las víctimas tenían en común, por un lado,  el haber acudido a una comunión justo un mes antes de la fecha de la muerte. Y por otro, la forma elegida para decir adiós a este mundo: todos se lanzaban a la misma piscina vacía.


Los del “club del bolígrafo", estábamos convencidos de que no se trataba de suicidios. No entendíamos que las autoridades no hicieran nada. Por eso estábamos todos allí, para encontrar algún indicio que avalase nuestra hipótesis.


La comunión se desarrolló con normalidad hasta que llegó el momento de la entrega de  regalos. La expresión del rostro de Alfredito al abrir el presente que una de las Cármenes le llevaba, nos erizó la piel. Se trataba de un muñeco vestido de comunión que nuestra compañera había adquirido en una tienda de antigüedades, al pensar que se parecía al propio niño. Toda la alegría de Alfredo se evaporó de golpe. Y fue sustituída por una mirada de odio que clavó en los ojos de Carmen, que solo atinó a decir: “Podemos cambiarlo por otra cosa si no te gusta”. Pero el niño, ya no la escuchó. Dio media vuelta y nos llamó la atención el mimo con el que depositó al muñeco en una silla después de abrazarlo. A partir de ahí, durante el resto de la celebración, trató al muñeco como si fuese su mejor amigo. Incluso parecía que hablaban…


 Los del club estuvimos de acuerdo en que allí había gato encerrado. Fue Salvador el que propuso que fuéramos al día siguiente a la tienda de antigüedades a investigar. Tras varias charlas con el dependiente y algunas comprobaciones, supimos que todos los que habían terminado en el fondo de la piscina vacía, habían comprado muñecos parecidos allí.


La policía no nos tomó en serio. _¿Un muñeco diabólico, decís?. Pero ¿cuántas veces habéis visto la película de Anabelle?_ Y prácticamente nos echaron de la comisaría…


Desde ese día, nos turnamos para proteger a Carmen Zamora. Cristina y Salva hacen turnos de guardia en la piscina vacía. Carmen Martín la acompaña por las noches. Mi padre y yo vigilamos los alrededor de la casa.


Esta noche se cumple un mes de la comunión de Alfredito. En septiembre, cuando llegue el momento de retomar el taller, sabremos si nuestra protección fue suficiente…



                                                                  Belén Cano Padilla





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