Un niño de ocho años ha corrido hoy hacia mí con el abrazo dispuesto. Porque un niño de ocho años, no le tiene miedo a un virus invisible. En cambio yo, a pesar de que convierto cada abrazo en un salvavidas, he detenido ese abrazo, que era para mí y lo he perdido.
No sé si el virus pasará de largo o se enredará algún día en mi sangre. Pero sí sé que hoy he alzado un muro entre el abrazo de un niño y su maestra a la que hacía más de tres meses que no veía. Su inocencia lo olvidará pronto, pero yo no. Y un torrente de preguntas se me han agolpado dentro:
1. Después de tanta muerte y tanta distancia, ¿queremos vivir en un mundo de abrazos vetados?
2. Por el miedo a la muerte, ¿es necesario dejar de vivir?
3. Por el miedo al daño, a los corazones rotos, a las decepciones nuevas, ¿es mejor dejar de sentir?
4. Ya que seguimos vivos, ¿a quién queremos a nuestro lado?
5. Vivir el ahora, ¿es ser un tronco a la deriva en un océano, arrastrado por los vientos a dónde los vientos quieran? ¿O es ser velero, que recoge o despliega las velas, para que los vientos le sean propicios para lograr mantenerse en el rumbo elegido?
6. Ya que seguimos vivos, ¿no es mejor saber a dónde queremos ir, para que nuestros pasos nos acerquen en vez de alejarnos de nuestro propósito?
7. Hasta que nos permitan los abrazos, ¿en qué mirada queremos perdernos?, ¿en la que cada día nos habla de una cosa distinta o en la que nos trae la certeza y la calma a todas horas?
8. Ya que nos han concedido el mejor regalo de todos, que es seguir vivos, VAMOS A SER MEJORES.
BCP
Yo vivo con la esperanza de que esto pasará algún día y podremos besarnos y abrazarnos como antes. A mí también me cuesta trabajo no hacerlo y mantenerme en el distancia con las personas que quiero. Y ojalá nos sirva todo eso para ser un poco mejores. Ya veremos porque no lo tengo claro...
ResponderEliminarUn abrazo virtual pero de corazón
Muchas gracias por tu comentario, Rita. Tampoco quedo claro que sirva demasiado. Algunos, no necesitábamos una pandemia para valorar un abrazo ni el valor de la vida, ¿verdad?. Y a otros, ni siquiera algo tan tremendo como lo que está pasando, les va a hacer cambiar.
ResponderEliminarOtro abrazo sincero para ti
Totalmente de acuerdo contigo primilla. Este virus que no hemos logrado detener se ha comido mucho de nuestras vidas. Nos ha robado estrellitas en la mirada, se ha llevado nuestros abrazos y ganas. Ha encerrado los besos y liberado al miedo. Ahora toca recuperar lo bonito, lo bueno, lo que alimenta el alma. Espero que seamos capaces de ello. Realmente solo hay que querer. Besos corazón 😘😘
ResponderEliminarAsí es, mi querida Margarita. El miedo es como las cadenas de hierro que impedían el paso a los presos. Nos paraliza y nos quita el aire.
ResponderEliminarPor supuesto que hay que ser prudentes y cautos. Pero sin cadenas...Besos