Ella y él
De vez en cuando uno se encuentra con imágenes capaces de acariciar los poros del alma. Una imagen como la que encabeza este artículo. Una imagen, dos miradas.
Él la observa desde la distancia. Ha dejado que se acerque, ha dejado incluso que ponga las manos sobre su cuerpo porque sabe que no hay violencia en sus gestos y, lo más importante de todo, ha permitido que le mire a los ojos. Él va disfrazado de ley pero por dentro sigue vestido de justicia. Sabe que ella ha salido a la calle porque ya no le queda otra opción.
La mira, distante, con unos ojos que fuerzan el gesto para no derramar también lágrimas, con unos brazos rígidos que seguramente desearían abrazarla. Sabe que podría ser su amiga o incluso su propia hermana.
Ella lo mira con la certeza de que no va a hacerle daño, por eso ha dejado que sus manos se posen sobre él. Aun así, no se atreve a acercarse más; no por miedo a ser atacada por el hombre, sino por miedo a serlo por el sistema.
Ella sabe que, en ese mismo instante, sólo la ley los separa.
Sabe que él está allí porque no le queda otra opción, que está allí porque obedece órdenes. Él es un desconocido pero podría ser cualquiera de sus amigos, o incluso su hermano.
Y así, durante una eternidad que les parecerán instantes, ambos bailarán desde la distancia, con sus cuerpos tocándose en el interior de una batalla para la que ninguno de los dos está preparado. Quizás si en ese momento apagasen las cámaras, las luces y los sinsentidos, acabarían abrazados, con lágrimas en los ojos, en las mejillas y quizás hasta en el corazón.
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P.D.: Lo que ustedes ven en la foto son personas. Lo que las une se llama humanidad, lo que las separa, sistema. Ojalá nunca olvidemos qué es lo más importante.
Texto basado en "Lo que encontré bajo el sofá", de Eloy Moreno
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